miércoles, 1 de octubre de 2008

Otro día más en Iguazú



Esto de ir en taxi a todos los sitios y sentirnos como Reyes, nos está molando. Raúl ya directamente queda con nosotros para el día siguiente dando por hecho que diremos que nos vamos con él. Hoy el día amaneció claro y soleado y con olor a selva, pq este pueblo está bien metido en ella.
Con el tiempo justo de desayunar unos cafés y unas tostadas de dulce de leche, ya estaba Raúl con su Megane negro presto para un nuevo viaje más. Fuimos a las cataratas, parte Argentina.
El río Iguazú es un río ancho, tranquilo y poco profundo. Es increíble ver la paz de sus aguas unos metros antes de la caida y lo que se lía después. Pues eso, que el río baja tranquilo y de repente la Tierra se rompe. Es como si alguien hubiera cortado a cuchillo el terreno y el agua tranquila del río se desplomara. Las cataratas es más o menos como una herradura de 3 kilómetros de perímetro. Todo este agua se recoge en un canal de unos escasos 50 metros. Según baja el río, la orilla de la derecha es Brasil y la de la izquierda es Argentina. Debido al turismo, el paso de la frontera se relaja para agilizar el paso, y hay mucho tránsito de un lado al otro. Las dos orillas compiten para ser el mejor sitio para ver las cataratas, y las dos tienen dos hotelazos de superlujo en el mismo parque, con vistas a las cataratas: el feo Sheraton en Argentina, y el cuco das Cataratas de Brasil, misión reconvertida y que respeta mucho más el paisaje que su vecino.
La entrada nos salió por 40 pesos por barba. El lado Argentino ofrece recorridos más largos, más saltos, más barcas, más pasarelas, trenecitos, piraguas, escaleras y el paso a la Isla de San Martín que está justo enfrente de la parte principal de las cataratas.
Con nuestra habilidad innata para pasarnos por el forro los planes más planificados, conseguimos otra vez más hacer justo lo contrario de lo recomendado por Raúl y los guías. No sabemos bien cómo y pq pero lo previsto para el día lo pasamos al siguiente, y este día lo rellenamos con otras cosas. Recorrimos los impresionantes saltos del paseo bajo, esquivando al Homo turisticae, la especie más tonta que nos hemos encontrado en el planeta.
Compramos la entrada para dar un paseo en zodiac por la base de las cataratas, donde el mayor atractivo es soportar el chaparrón de justo debajo de la caida. Por supuesto lo dejamos para "mañana", que teníamos previsto ir a la isla, que sería "hoy", y sin más tomamos la barquita que te cruza para tener unas vistas privilegiadas desde allí. El sitio es impresionante. El murmullo de las cascadas está presente en todas partes. La fina lluvia te baña en muchas partes del recorrido, y junto a olor a vida que hay, es inevitable pararte un momento y sentirte afortunado por poder estar allí y poder vivir esta maravilla. A la vuelta, en una pequeña playa, algunos se menten a dar un baño. Un baño de lujo con ese decorado. Nosotros nos apartamos un poco para comer las migajas de las empanadas que por descuido seguían en la mochila, y que gracias a ello pudimos comer algo ese día. Por la tarde pasamos por delante del salto dedicado a Cabeza de Vaca, descubridor oficial de esta maravilla, y subimos al parking del Sheraton donde nos esperaba nuestro paciente taxista.
Tras las gestiones de rigor, paseamos por la parte brasileña que es mucho más panorámica, más lejana, pero con mucho más encanto. Aquí te haces más idea de la grandiosidad de este sitio, viendo los saltos más cercanos y los más lejanos, y todo integrado en la selva y con un estruendo que te pone los pelos de punta.
El sol se pone por la parte Argentina, y esto permite que se dé una luz dorada filtrada por la bruma del agua algo más que impresionante. Cómo explicaros lo que sentíamos.
Los últimos grupos nos adelantaban con prisas. Nosotros a nuestro ritmo. A vivir esto lo máximo. No nos conformamos con la foto de mirador. Queremos llevanos esto dentro de nosotros, no en una tarjeta de memoria. En esto que un guarda se nos acerca y nos dice que están cerrando el parque. Tirando un farol les decimos que estamos hospedados en el hotelazo, el más bonito y lujoso que hemos visto nunca, y cuela, y nosotros nos reimos, pero por fortuna aquí español se asocia a gente con plata, y da igual si vas despeinao y con pinta de gañán. Eres español y puedes perfectamente estar alojado en este hotel 5 estrellas. Esto nos permite ver desde un mirador que queda colgado en mitad del río en pleno salto, toda la panorámica. Solos, rodeados de agua y el atronador rugido del agua. Nada más. Allí vimos el atardecer y vimos como salió la escasa luna creciente, con sus débiles cuernos hacia arriba. Cuando nos hartamos de vivir aquello, y de calarnos hasta los huesos, recorrimos en sentido inverso el sendero, parando nuevamente en todos los sitios que nos gustaron, pero esta vez solos y furtivos, que tiene si cabe más encanto. De vez en cuando nos acordábamos de Raquel y Roberto que no pudieron ver esto con nosotros por mala suerte, y de Nati que por muy mala suerte no pudo ver las cataratas con agua. La verdad es que en este último caso nos partimos de risa. Qué mala suerte ir el único año de sequía en esta zona.
Al final, en unas escaleras nos comimos las últimas manzanas que nos quedaban, viendo una panorámica más que bonita, iluminada por la luz de montones de luciérnagas en tierra y alguna estrella fugaz que pasa por el cielo. La luna seguía allí con sus débiles cuernos amarillos apuntado arriba, y a nosotros se nos abrían las carnes de emoción, por ser unos mentirosos privilegiados. Raúl tuvo q ser otro mentiroso para poder venir a buscarnos ya que el acceso a estas horas al parque es más que limitado si no eres cliente del hotel, y justificándolo.
Durante la vuelta nuestras piernas estaban cansadas, pero nuestra cabeza seguía en lo que habíamos visto esta tarde-noche. Ahora lo contamos y nos miran como pensando.....qué cabrones!!!.

2 comentarios:

Blanca dijo...

Boluditos! no sabéis la envida que dan todos los paisajes que nos pintáis con vuestros relatos!
En el viejo mundo el otoño acecha y en Sigüenza han caído ya las primeras heladas, a si que disfrutad al máximo de ese clima tropical que tanto se añoraremos por estos lares.
(me temo lo peor para los tomates y la albahaca... ya te contaré).
Beso beso.

PD Nika dice: guau guau ;)

Dioskodequer dijo...

Pues sí, un par de cabronazos de cuidao. Aunque aquello ganaría con un par de sequoyas, seguo. Para el año que viene os invito yo al sheraton si me lleváis, capullos.

Besines y a seguir disfrutando.

P.d.: de minas no habláis, pájaros.