El auto ya a punto. Al final tuvimos más suerte de la que esperábamos al ver tanto cable y tubos sueltos por el motor. Un día de parón por el Calafate, más otro día y pico perdidos por las pistas de ripio, que pasamos arreglando llantas, han provocado que no podamos bajar a Usuahia o como se escriba. El Chaltén lo teníamos cerca, a unos 160 km, y desde allí podíamos acercarnos al pico Fitz Roy de obligada visita.
Para seguir el ritmo del viaje salimos hacia el Chaltén a las 12 y pico, llegando a tiempo para comer unas empanadas, refugiados en un pequeño local de comidas de madera, a salvo del viento insoportable, la lluvia y el frío. Allí calentitos veíamos pasar a montañeros que venían calados de arriba a abajo, helados de frío. Y es que el día estaba feo feo. Por nuestra desgracia solo vimos el Fitz Roy en un cuadro que había en el bar, y es que el tiempo en esta zona de montaña es impredecible.
Qué rabia irse de vuelta sin ver esto. Cientos de montañeros vienen a esta zona a patear una de las montañas más bonitas de América. Pasan los kilómetros y aumenta nuestra rabia. Esto no puede terminar así. Mañana madrugamos y volvemos. Pero antes, la bombilla de Sam da sus frutos. - Vamos a preguntar al guardaparques si tiene previsión para mañana, o mejor, le pedimos el teléfono y llamamos temprano. Si el día está bueno volvemos.
Y así fue. Por la mañana al día siguiente el chico rasta del hostel de El Calafate llama al guardaparque. Tenemos suerte. -Vengan acá. El día está relindo.
Sin más hacemos los 160 km que nos separan, por la carretera que rodea el lago de aguas turquesas Viedma. Desde más de 100 km se puede ver el monte. Es una impresionante mole de granito que alcanza los 3400 metros hasta agarrarse a las nubes. El día antes Sam y yo hicimos una caminata intentando lo imposible, entre en viento y la lluvia. Hoy hicimos lo mismo pero acompañado por nuestro amigo el remisero, que con el buen tiempo se anima a la caminata. Como viene a ser tradición, el 33% de la expedición hace la subida en chanclas.
El paseo es una preciosidad. Subimos con la vista el oido y el olfato a punto, entre bosques, respirando el aire puro y viendo volar a los cóndores no muy lejos de nosotros. Hora y media más tarde llegamos a un mirador desde donde se puede ver el monte, y desde donde pudimos echar de menos los piolets y los crampones para subir montaña arriba por este sitio tan espectacular. El viento nos pegaba fuerte pero allí pasamos una horita delante del Fitz Roy. Unas horas es poco para ver esto. Lo normal es pasar 3 o 4 días en el pueblo e ir andando por estos caminos que rodean el monte y pasar por los lagos y el glaciar. Pero nosotros no tenemos ya tanto tiempo y regresamos, pero eso sí, concertamos una cita con el señor Fitz Roy, para otra ocasión.
No tardamos una hora en bajar, y a nuestras espaldas ya las nubes habían tapado toda la montaña. En tan poco tiempo pasamos del cielo azul limpio, a un cielo totalmente cubierto. Por suerte llegamos a tiempo esta vez.
Sinembargo pensando en si en Las Torres del Payne nos pasaría lo mismo, pero después de perder 2 o 3 días de viaje, decidimos no ir. Deberíamos hacer otro cerro de kilómetros dando una vuelta enorme hasta Rios Gallegos, subir hacia el Norte, pasar la frontera con Chile y luego otros 200 km por Chile. Lo más normal es que encontráramos mal tiempo, así que decidimos al día siguiente tirar hacia el Norte y ver otros lugares en donde la climatología no sea lo más importante. Tanto Fitz Roy como las Torres quizá sean buenas para visitar en verano. En esta época que hielas ahí arriba.
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1 comentario:
Muy linas fotos! En El Chaltén estuve apenas dos días, se puso a llover al tercero y sentí q me tenía q ir a El Calafate. Disfruté como nunca en ese lugar, las vistas son únicas, ahora miro las fotos y se me pone la piel de gallina... qué buenos recuerdos... qué experiencias más únicas... qué feliz q soy de haberlas vivido!
alojamiento en el chalten
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