domingo, 12 de octubre de 2008

Iruya

Este día tocaba la mítica Iruya. Aquí se derriten si les dices esa palabra. Nosotros ni idea de qué nos íbamos a encontrar. Sabíamos que era un pueblo colgado en las faldas de los Andes pero poco más. Y para allá que fuimos. Subimos carretera arriba hacia Bolivia y un poco antes de la frontera, sobre los 3000 metros de altitud salía un desvío hacia el pueblo.

5 kilómetros indicaba el cartel por un camino de cabras. Pero aquí el tema de carteles y señalización no lo llevan bien, y faltaba un 4 justo a la derecha del 5. Por lo tanto 54 km por camino de tierra por un desfiladero llenito de curvas. El camino era una preciosidad, pero inevitable pensar en cada curva que qué sería de nosotros si el coche toma el camino corto hacia el fondo del valle. Poco a poco tomamos altura, y el corazón lo nota. En reposo se nos sale del pecho y al hacer un pequeño esfuerzo ya boqueamos como las carpas del retiro en verano.

Llegamos poco a poco, parando a hacer fotos de los impresionantes paisajes del desfiladero, hasta los 4000 metros de altitud. Qué frío, qué árido todo y qué silencio. En realidad no hay nada con lo que el viento pueda chocar. Sinembargo, en mitad de esta nada al fondo, aparece un pueblo más grande de lo que esperábamos, y por sorpresa, celebraban la festividad de la Virgen del Rosario, o del Torito.

Menudo pifostio había montado en este lugar perdido de la cordillera Andina. De entrada el río estaba tomado por carpas azules donde se vendía de todo. Por supuesto no podía faltar el campo de fútbol con su correspondiente partido, y al fondo, el pueblo con su iglesia de tejado azul, de donde salieron unos cuantos tipos con máscaras de vacas, y de caras extrañas, que hacían una danza don saltos circulares, adelantándose a los 3 curas que pedían menos cámaras y más pañuelos en la procesión que abarrotaba la salida de la iglesia.


Por otro lado aparecieron un montón de ginetes vestidos de rojo con capas y con unas alas a forma de escudos enormes que son para protegerse de los espinos que hay por los caminos de estos desiertos.
Más o menos nos hacemos una idea de cómo es esto y nos vamos a curiosear por la zona de las carpas del río. Aquí se vende de todo. Los chavales visten igual o de manera más sofisticada que en cualquier ciudad española, eso sí, todo pirata. Todos con móvil por supuesto, y hablando con ellos no dan para nada la impresión de vivir aislados del mundo en este secarral andino. Quizá internet tiene mucho que ver en esto.


El hambre lo matamos con un "manjar" en uno de estos puestos. Solo quedaba carne de "chivito" muy entre comillas. Por un peso más nos ofrecen sopa de choclo (maíz) pero miramos un poco a nuestra izquierda, y viendo el agua gris que bajaba por el río dijimos que mejor no. Ya bastante teníamos con no quedarnos pegados a la mesa. Aquí al menos mi límite de pulcritud e higiene en la mesa tocó fondo. Con un poco de esfuerzo pudimos cortar un trozo de este "chivito" mientras hacíamos comentarios jocosos sobre la carne tierna del día.
- Esta cabra se entregó. Dijo matenme que no tengo dientes ya para comer más hierba.
La señora nos mira como diciendo, y estos milindris pq no comen...
- Traíganos por favor una Quilmes a ver si pasa esta carne "tierna", por favor. El humo del bidón cortado por la mitad a modo de parrilla no deja de mandarnos su humo.
- Qué estoy pisando? Ah! son dos perros llenos de pulgas. Sssstupendo.
- Esta cabra se la ponen a José Tomás y tiene que llamar a la Guardia Civil para que la maten.
- Por favor yymy, despégame con el cuchillo el brazo del mantel, que tengo que cortar otro trozo más.
- Ya me gustaría a mí despegar los míos y salir corriendo de este sitio.
.....
- Y no quieren ustedes una sopita?
- Pues mire señora, nos venimos de España solo con el tétanos y hepatitis B. Si no, nos encantaría probarla. Pero va a ser que no.
Pues intentando olvidar el almuerzo campestre, nos paseamos por los puestos para completar el plan B. Compramos unas barbies piratas para las niñas de Maimará. Cinco preciosas muñecas falsas en cajita de plástico transparente. Y no traían la cabra tierna "barbie". Es igual. Les gustará.
También compramos un balón del fútbol para unos chavales que vivían en mitad del páramo y nos pararon para pedirnos unas galletitas.
Sin más preámbulos ni esperas sorteamos a los Quechuas totalmente cocidos como sepias por la cerveza, y salimos antes que ellos. El camino estaba como para ir bebido. Nosotros solo pensábamos en nuestro cepillo de dientes y el líquido ese azul que mata gérmenes y aliento a cabra madura.


Tras unos tortuosos 50 km por la tierra, que nos llevó más de dos horas de camino, asados de calor esta vez, y subiendo las ventanillas cada vez que nos cruzábamos con un coche para no comer más porquerías, no encontramos a los chavalillos de las galletitas. - Pues mira, en las primeras porterías que encontremos le damos unas clases de fútbol al Misionero. David se ríe. El pobre va intuyendo la tortura de meterse 40 días en un coche con nosotros dos.
Llegamos a Maimará pero no vemos a las chicas. Paramos y aparecen detrás de un parapeto de piedras. Pierden el culo por llegar a nuestro coche y se acuerdan de que uno de nosotros no se llevó el regalito el día antes. - Pues mirad, ahora os traemos un regalito nosotros. Lo miran con cara de alucine. No se lo podían creer, y su reacción fue darle la caja de las cinco muñecas a la más pequeña de las tres. Increíble la dulzura de estas tres pequeñas. Varios kilómetros más alante todavía seguían en nuestras cabezas y mientras pasaban los kilómetros ya tramamos el plan para mandarles todo lo posible desde España. Quién quiera colaborar que guarde ropa de abrigo que le sobra, de esa que tiramos pq se nos ha despeluchado un poco o ya no se lleva.

1 comentario:

Alejandro dijo...

Venga tios, que sigo las historias cuanto puedo para tratar de escapar de esta ciudad un poco gris. Por fin veo que han subido algunas fotos, las cuales por la calidad supongo que deben ser de yymyy, porque lo que eran las fotos de samuel en el viaje anterior...jaja
Samuel, veo que has podido llegar a Iruya finalmente, ya que el año pasado te quedaste algo enfermo en el hostel (o tratando de engancharte algunas de las bellas señoritas de por ahi, no lo se)
Saludos y que sigan las historias
Ale