viernes, 14 de noviembre de 2008

Buenos Aires

Buenos Aires es una ciudad tan gigantesca como loca.
Tiene muchos lugares en los que no sabes si estás allí o en Madrid. Las calles son rectas y larguísimas, cortadas por otras calles perpendiculares que forman las famosas cuadras o unidades de 100 metros cuadrados que ellos usan como referencia para moverse por la cuidad. 4 cuadras, derecha, le metes 20 cuadras y 3 cuadras a la izquierda. En ese punto puedes estar en el número 8.456, o en el 10.234 o así.
Pasear por las calles es difícil. Las aceras pueden estar o no o a medias con los escombros tirados, o puede que el dueño de un local se ha currado su propia acera a su estilo o incluso ha hecho una obra de arte con los 4 árboles que tiene cerca, aprovechando algún hueco o alguna forma del árbol. Y si intentas cruzar la calle te la juegas, pq los semáforos en rojo son un poco opcionales, pero los pasos de cebra son obligatorios....saltárselos. Si le echas dos huevos y cruzas te van a pasar lo más pegados posibles a tí como respondiendo a tu reto. Te la juegas mucho.
Coches hay pocos y es fácil aparcar en las calles. Bicis hay muchas, y lo más curioso es q cuesta ver dos bicis iguales. Cada uno las lleva personalizadas a tope. Pero también es complicado ver a dos personas vestidas parecidas. Jugando con 4 cosas, hacen miles de combinaciones todas diferentes.
Por donde vamos, la gente nos invita a que tengamos cuidado en Buenos Aires que es una ciudad muy insegura. Cuidado con las mochilas y con las cámaras que siempre hay alguien "vigilando". Y se nota en el ambiente. Si te acercas a preguntar a alguien, es normal que guarde las distancias primero y si ve que no eres ratero ya se relaja y te muestra su amabilidad. Aquí hace unos años se pusieron de moda los secuestros en la propia ciudad, y de alguna manera eso ha dejado el recuerdo.
Al que le guste la variedad en todo lo que mira, la expontaneidad, la personalización, el arte callejero, la locura....está en su ciudad. El domingo lo pasamos recorriendo Recoleta y San Telmo, hablando con los pedazo artesanos del mercadillo de la Recoleta, visitando el cementerio que es más un museo q otra cosa, flipando con la Plaza del Perú donde nos encontramos 3 conciertos de unos grupos que sacan todo el material (guitarras, bajos, amplis, mesas de sonido....) para tocar en una rotonda, en un hueco de un parque o en una explanada a 100 metros unos de otros. Nada de guitarrita española y ampli con baterías. No, aquí a saco. Porsupuesto hay montones de gente viendo a estos grupos tirados en el césped. Pero esto no es lo único, pq cruzas una pequeña calle y das con malabaristas, mimos y de todo. Un grupo ha puesto cuerdas de árbol a árbol y cruzan haciendo equilibrios, y otros han puesto una red de voley, y se tiran los bolos unos a otros. Y más allá otro grupo juega a tirar bolas al aire y recogerlas, y pasárselas de unos a otros. Y al lado un grupo de tipos están haciendo Capoeira con 20 personas tocando los djembés, y vamos que no paras de ver cosas, y que un sábado o un domingo aquí no te aburres. Y nosotros acordándonos de las calles muertas de Madrid. Qué envidia.
Hemos quedado con Isabel en San Telmo. Tomamos el 99. Es un bus personalizado por el propio conductor. Cada conductor conduce un bus y siempre ese, y con su dinero le cuelga cositas, pegatinas, espejos, y demás chorradas a su gusto. Luego cada línea de bus tiene sus colores y diseños propios. Pronto nos deja en San Telmo, barrio vecino de Boca, y famoso más que nada por su mercadillo. Y la verdad es que es como el rastro. Es un barrio de casas bajas y suelo de adoquines, sucio como el rastro y con el mismo sabor, y los mismos personajillos q se mueven por las estrechas calles.
Aquí ya acabamos de alucinar. Llegamos cuando recogían los puestos, pero da lo mismo. En una de sus plazas hay un grupo que ha montado con tablas una pequeña pista, donde bailan tango, tan cerca de ti que te ponen las carnes prietas, pero no solo eso, te enseñan la historia del tango, de los boleros y de las milongas, y tras una pequeña charla te muestran como es lo q te acaban de explicar. Te guste el tango o no, después de ver esto lo tienes q amar por narices. Y esta gente q hace aquí? pide dinero? Pues no. Lo hacen por gusto o que se yo.
Pero nos movemos por el barrio y de repente un grupo de percusionistas, como 100, se mueven por las calles y se paran por las esquinas llevando una tropa de 50 o 60 personas que se meten a bailar, y se salen, y entran otros y salen más, y así van pasando la tarde. Pero cuando se va este grupo por una calle, te aparece otro por la perpendicular con otro tipo de percusión, y otras gentes bailando y tocando pero que te alucina igual. Y cuando desaparecen por la perpendicular, te aparecen otros por la paralela. Y no paran. Y un poco más alante te encuentras un grupo que toca en la calle canciones de Sabina, y se forma un pequeño concierto improvisado con su público. Vamos que la vida de estas calles no se puede explicar. Hay q vivirlo. Y te preguntas... y aquí no hay denuncias por ruidos, ni leyes antimúsicos callejeros, ni pintaditas de un metro en el suelo para cada puesto, ni ISO tal y cual, ni chorradas? Pues no lo hay, y todos viven tan felices, y tienen calles con vida que es algo que hemos perdido hace mucho tiempo. Es una auténtica pasada.
Por la noche Isabel nos lleva a la Catedral. Es uno de los templos del Tango. Lo que llaman milongas. Y te bajas del particular taxi y ves un portal mugriento, de rejas negras, con una luz a medio gas de fluorescentes, todo gris, sin un cartel ni nada parecido. Cual es la catedral? - Esto. Y de la oscuridad sale un tipo que te cobra 10 pesos por entrar, y subes unas escaleras destartaladas de cemento desconchao, preguntándote que en qué punto te saldrá una rata, y llegas a una nave con el techo altísimo, todo de madera, gigante, parecido a un granero, con la barra al fondo, y unas cuantas mesas y sillas cada una de su padre y de su madre, desperdigada por la sala, o oscuras, e iluminados con un foco rojo, unos tipos que tocan boleros, haciendo un "desenchufado" con muchísimo arte. Y allí estábamos nosotros, un domingo, en un sitio tan raro y mágico apurando un fernet, mientras otros cenaban unos espaguetis a las 2 de la mañana en la oscuridad, y un gato se cruzaba por la sala con total tranquilidad, y a una pareja le da un flush y se recorre la sala bailando algo entre tango y flamenco, pisoteando bien la vieja tarima, y así hasta mil cosas que recordar de este sitio tan variopinto.
Desde luego no fue un domingo cualquiera.

Y ya se nos olvidaba hablaros de....

Gauchito Gil y la Difunta correa.
Al principio, cuando entras en Argentina te choca, pero acabas por acostumbrarte sí o sí. Todo el país está plagado de unos pequeñas casitas rojas en las cunetas, con unas cuantas banderas rojas, o muchas banderas rojas que a veces llenan los árboles que tienen cerca. Y qué será eso? Más al sur, se siguen viendo estos lugares tan raros pero predominan unos blancos que están llenos de botellas de plástico. Pero miles de botellas. Los rojos son pequeños altares de devoción a Gauchito Gil, y los de las botellas a la Difunta Correa, dos de los personajes históricos más famosos de Argentina.
En el 1800 y pico apareció un pequeño gaucho en la zona norte, en Corrientes, Antonio Mamerto Gil Núñez, que robaba ganado en las haciendas de los ricos para compartirlo con los pobres que morían de hambre. Era un Robin Hood casero. Fue perseguido durante mucho tiempo hasta que fue detenido por fin. Su condena, como ladrón, ser decapitado, y además algo peor, por el delito cometido no tenía derecho a ser enterrado. El último deseo de Gauchito Gil fue ser enterrado, a lo que se negó su general y verdugo. Bien, pues entonces si no me entierras tu hijo enfermará de lepra y no se curará hasta que hayas enterrado mi cuerpo. Su deseo no se cumplió, y el general al llegar a su casa comprobó que los malos presagios se habían cumplido. Su hijo tenía lepra, y no pudieron curarle de ninguna manera. Tras un tiempo a este hombre no le quedó otro remedio que volver a Corrientes a enterrar los restos de Gauchito, y solo de esa manera su hijo pudo sanar. Actualmente está enterrado bajo un algarrobo en la ciudad de Mercedes, lugar donde se ha construido un gran santuario, a donde llegan miles de fieles sobretodo el 8 de enero, fecha de su muerte.
De cualquier modo hay cientos de versiones sobre la vida de este hombre. Los miles de fieles y seguidores, le construyen en carreteras y caminos, pequeños santuarios o no tan pequeños, ya que en algunos pueden entrar varias personas dentro, y los llenan de velas, banderas rojas, piezas de sus coches, sus carnets de conducir para que les dé suerte en la carretera, figuras de barro del propio gauchito, muletas, placas de metal en la que le dan las gracias, y todo lo que te puedas imaginar. Te puedes encontar de todo.
La competencia del gaucho y fenómeno no menos raro lo forma el tinglao de la difunta Correa o Dalinda Antonia Correa. También se conservan numerosas leyendas sobre esta mujer. Una de ellas dice que en la guerra civil de argentina en 1840 entre unitarios y federales. Un militar se enamoró de Dalinda, y envió a su marido al frente para despejarle el camino hacia esta mujer. Ella no entró al trapo, y abandonó su hogar con su hijo recién nacido, siguiendo las huellas de los soldados por los desiertos de San Juan. Cuando terminaron las pocas provisiones de agua que pudo llevar, se cobijó bajo un árbol y protegiendo a su hijo murió de sed. Unos días más tarde de su muerte, unos arrieros encontraron el cadaver de Deolinda, pero sin embargo su hijo seguía mamando de la madre muerta, y por ello salvó su vida.
Fue enterrada en Vallecito, lugar en el que murió, y con el tiempo fue lugar de peregrinación de los que la creyeron Santa. Unos años más tarde, un ganadero en una tormenta perdió sus 5000 reses que huyeron asustadas por los truenos. Se encomendó a la Difunta, y prometió construir un santuario si le ayudaba a encontrar su ganado. Al día siguiente encontró sus 5000 reses pastando muy cerca del lugar donde las perdió. Y cumplió su promesa.
En la actualidad el pequeño santuario se ha convertido en una pequeña ciudad, con más de 25 ermitas, restaurantes, gasolinera propia, hoteles y hasta una comisaría. Sam y yo no nos podíamos creer lo que estábamos viendo. Alucinamos con una hermita forrada con miles de placas de metal que pegan los fieles dando gracias a la Difunta por sus milagros. Pero solo habíamos visto la punta de "aisberg". Había otras veintitantas como esa, y todas abarrotadas de placas por todas partes. Cada ermita está dedicada a un gremio o de deportistas o de camioneros o de constructores, o militares...etc, y cada uno llena el interior de sus objetos personales para que les proteja en su profesión. Por ejemplo el de camioneros está repleto de maquetas de cada uno de los camiones a escala, pero es que hay camiones hechos de madera de más de un metro de grande con todos los detalles. El de constructores está lleno de pequeñas casitas de madera. El de militares es como un ropero gigante con los trajes de militares, gorras, cascos y demás utensilios. El olor a rancio es impresionante, y algunos de ellos estuvieron en la guerra de las Malvinas. Los pelos se ponen de punta inevitablemente.
Pero esto continúa y hay unas escaleras que pueden tener 1 km de largo que suben al lugar en donde la encontraron muerta, y este pasillo está cubierto por la derecha, la izquierda y por arriba por placas de matrículas. Miles y miles de placas, atadas unas a otras forman un túnel de metal q te cubre hasta que subes al pico, y en este pico, en una roca la gente quema sobretodo velas, y estas velas al derretirse forman un río de cera que baja por la montaña como si fuese lava. Y por supuesto no podrían faltar las botellas. Aquí se reúnen millones de botellas, y no solo eso, hay sacos y sacos y sacos llenitos de tapones de botellas de plástico.
En este esperpéntico lugar, mires por donde mires ves una imagen macabra o muy macabra de lo q puede ser la mente humana. Al visitar este lugar lo q es seguro es que no te dejará indiferente.
Vemos las fotos y todavía no nos lo acabamos de creer.

lunes, 10 de noviembre de 2008

El Tigre

Raquel y Roberto nos habían contando que estuvieron en un hostel en el Tigre q no nos podíamos perder. Y les hicimos caso.
Jeremías, el gerente, nos cuenta que cuesta 190 pesos por persona, dormir y pensión completa, y que para hacer podemos descansar, dar un paseo en kayak, pasear por la isla, darnos un baño, y poco más. Pues vamos a ver qué es eso.
En un barco tipo vaporeto, el colectivo naútico, largo y estrecho y de madera, nos dirigimos a nuestro destino, el Marcopolo Inn Naútico. Poco habíamos oido hablar de esta zona que está pegada a Buenos Aires. Es como una Venecia pero en la selva. El delta del Paraná, ha dejado islas, en donde creció la selva y en la actualidad hay casitas desperdigadas por aquí y por allí, y de vez en cuando un pedazo palacio, y de vez en cuando una pedazo mansión, y barquito que viene y barquito que va. El medio de transporte es el barco, y el que quiera vivir aquí lo tiene claro. La vida no tiene que ser nada fácil, aunque para los bohemios redomaos, este es su paraiso. Solo hay tranquilidad. Por 5 kilos te haces con una isla de una hectárea con casa, y a vivir. El puero de El Tigre está lleno de garrafas vacías atadas con cadenas a la barandilla, que incluso tapan el cartel que dice "prohibido atar garrafas a la barandilla". Las dejan allí los que van a trabajar. Las atan por la mañana, y a la vuelta las desatan y se las llevan con agua potable. Todo es curioso y extraño aquí.
Según avanza el barco, se pueden ver barcos enormes hundidos, otros abandonados y oxidados totalmente que incluso se venden, y casas cada vez más humildes según te alejas del puerto. El canal que llevamos se termina, y salimos al inmenso Paraná que puede tener 2 o 3 kilómetros de ancho y una corriente que obliga al barco a hacer varios zig zag para cruzarlo con éxito.
Por fin llegamos a nuestro hostel y allí en el embarcadero nos espera Jeremías. Nos da la habitación y nos da las instrucciones de las pocas cosas que se pueden hacer aquí. La principal....decansar.
Y nosotros en parte a descansar de la tralla de viaje, pero a intentar aprovechar aquello. Un billar tras otro, un paseo de 15 minutos por la isla, unas cervezas, un baño en el río con un pedazo petrolero fondeado enfrente, una cena del cocinero de diseño, y unas horas de pesca hasta las 3 de la mañana con Jeremías y su amigo Coco, donde hablamos de un montón de cosas y repasamos los diálogos de Torrente, que aquí en Argentina arrasa. Un poco surrealista todo esto.
Al día siguiente un poco más de lo mismo. Ya era el último momento de naturaleza previo a los días de mole de hormigón de la gran citi.
A las 5 de la tarde sacamos la bandera blanca que le dice al patrón que tiene q parar en nuestro puerto. Hora y media de retraso pero por fin viene a recogernos. La vuelta nos cautiva igual que la ida, viendo este panorama medio salvaje, de islas y casas perdidas en la selva, con los rayos de sol atravesando las ramas de los árboles y el humo de los fuegos que organizan los habitantes de la selva, con el barco tienda, con los niños que vuelven a sus casas en el barco de las 6 después de celebrar un cumpleaños, con los olores, con los colores y con todo el general. Un lugar en el mundo más que recomendable y quizá poco conocido.
En unos minutos llegamos a puerto y termina nuestra vida de paz y comienza la de la dura ciudad. El tren atraviesa los suburbios de Buenos Aires para llegar a nuestro Hostel de Palermo. La policía nos desea suerte, y que tengamos cuidado que no es una ciudad segura. Por fin llegamos al hostel y nos adecentamos para Buenos Aires la nuit, que Alex nos espera.

Ya cerca de Buenos Aires

Esto ya poco a poco va teniendo su final. Ya toda la parte Argentina está vista, quitando los últimos días por la gran Buenos Aires. 1400 km nos separan de la capital, y kilómetro a kilómetro nos vamos acercando a la par que se va terminando este viaje. Hoy solo nos queda ver desde las ventanillas los feos campos de la patagonia norte, la monótona pampa, las carreteras cada vez más pobladas de camiones y tráfico en general. A la hora de comer nos llevamos una muestra más de la locura de esta gente. La locura del fútbol. Las dos y media de la tarde, martes, fútbol en directo, y el estadio lleno. Cómo se come esto?. Y pq la gente puede llenar el campo en lugar de currar? Pues muy fácil, pq dejar en trabajo para ir a ver un partido no es nada raro. Te vas y punto.
En fin, mientras vemos el partido, deboramos una de las últimas milanesas con fritas de Argentina. Y desde este momento hasta la noche, más carretera, más camiones, más YPF´s, y poco a poco cada vez más poblaciones de la provincia de Buenos Aires, y más peajes cada pocos kilómetros. Entre la negrura de la noche se pueden ver en las cunetas las "asistentes" de camioneros, que les ayudan a hacer el viaje más ameno.
Nosotros dormimos en el último hotelillo con espanto en Las Flores. Ya estamos a 200 km de Buenos Aires y el cuerpo ya está hecho a todo.
Por la mañana salimos temprano hacia el Tigre. La entrada a Buenos Aires es caótica. Llega un momento, quizá 40 o 50 km antes o quizá más, que todo es un continuo de casas, y la autopista se va dividiendo con los carteles que no dan muchas pistas de dónde estás y que vía debes coger si quieres ir por el buen camino. Este es el hecho principal por el que hicimos la entrada por el día. Queríamos evitar perdernos en los suburbios de villeros, error q podría ser peor que malo. Pues parando a preguntar cada poco, prueba y error, perderse y encontrarse, volver a perderse y perderse de nuevo, y poco a poco por fortuna o por lo que sea, las indicaciones de El Tigre ya las podemos ver, y ahora sí vamos directos a nuestro objetivo.
En el Tigre tardamos en recomponer el plan previsto. Buscamos un hostel que sabemos solo que está en una isla, que te lleva un barco del que no sabemos nada, y es que esta zona de El Tigre es diferente a todo. Antes de nada, despedimos a David, que sin cortarse un pelo se carga del tirón el embrión de amistad que ha podido crecer en estos 30 días de viaje intenso. Una supuesta ayuda para volver a su casa que solo la escuchó él, una frase que dos de las tres partes la escucharon de otra manera, unas batatas que teníamos en los oídos el 66 % del grupo, y el oportunismo del que creimos una persona distinta, tuvieron la culpa de una charla acalorada de más de media hora. 300 pesos nos costó dejar de escuchar sandeces. Quizá eso y el doble nos gastamos para que hicieras un viaje más confortable y no durmieras en el coche como tenías planeado. Quizá por toda la generosidad q te demostramos durante todo el viaje no nos tenías q dejar por mentirosos ni peseteros. Pero bueno, nosotros tenemos vergüenza y educación y lo llevamos como orgullo.
A las 15 horas sale nuestro barco. Son las 12 de la mañana. Pues van a ser cuatro empanadas y unas Quilmes....

Día de orcas

La noticia de que podíamos ver orcas nos emociona al máximo. Entre otras cosas era uno de los motivos para venir a Argentina. Sabemos q es difícil y más en esta época que no crían los leones marinos, pero sabemos q están, y días atrás han hecho 25 ataques.
Esta buena noticia trae otra mala. A las 6:30 debemos estar arriba. Esto no nos gusta un pelo pero todo sea por las orcas. Para variar al despertador no le hacemos mucho caso y nos cuesta un esfuerzo horror salir del calor de la cama, al frío del exterior. Pero nada puede con nuestra ilusión y salimos rumbo a Punta Cantor, por las interminables pistas de ripio, sorteando las trampas de piedras, y callados por el sueño que nos llevamos con nosotros. David, cada día q pisamos ripio está más serio y no abre el pico, y mira q le avisamos que haríamos kilómetros por tierra.
Y tras una hora de incertidumbre, con algún que otro derrape del coche y la incertidumbre de si será en esta curva o en la otra donde nos daremos el piñazo, llegamos a destino. Y de entrada, el cielo limpio y el aire fresco del mar nos abre los pulmones y nos despierta de golpe, y a pocos metros de nosotros una tropa de elefantes marinos pasan la mañana en el único lugar del mundo en donde una familia de orcas han aprendido a salir del mar para cazar crías de estos bichos, y esperar a la siguiente ola para que los devuelva al agua. Si tuviéramos suerte de ver ataques, sería un lugar privilegiado ya que la valla del mirador está a escasos 10 metros de la orilla. Por llegar tan pronto tenemos el premio de estar solos en toda la zona.
Se fue el amanecer, comenzaron a llegar los turistas y se fueron los cámaras que esperan pacientemente a filmar algún ataque. Alguien dijo que no hemos tenido suerte, pero yo creo q no todo el mundo puede amanecer en uno de los lugares más vírgenes de la tierra, un martes, con la posibilidad de ver ataques de orcas a los elefantes que vivien tranquilos acostados en la playa. Vamos que un lujo al alcance de estos privilegiados. Nada de mala suerte.
El resto del día lo pasamos visitando los otros dos puntos accesibles de P. Valdés: Punta Norte y Punta Delgada. De vuelta al hostel tuvimos tiempo de lavar el coche, dar unas pataditas al balón que viajó con nosotros desde Iruya, y organizar una parrillada en el hostel con un grupo de españolas que conocimos allí mismo. Al final cenamos un grupo de 15 personas, cada uno de un lugar del planeta, haciendo una noche muy agradable que terminó pronto pq no había mucho más que rascar en Puerto Pirámides.
Al día siguiente intentamos volver a ver si por fortuna conseguimos el sueño de ver ataques, pero nos dijo en guardaparques de la Lobera q no se les había visto. Tendrá q ser en otra ocasión. Al menos lo intentamos y estuvimos en el único lugar del mundo donde ocurre todo esto. No es poco poder haber estado aquí.

viernes, 31 de octubre de 2008

Puerto Pirámides


Nuestra idea era visitar la península el primer día y salir en bote a ver ballenas el segundo, pero la previsión del tiempo cambia nuestros planes. Este día a las 3 de la tarde salimos en bote a ver ballenas en la bahía. El Norte, el viento más odiado aquí, pegaba fuerte. Es un viento que levanta el agua y provoca corrientes fuerte, y hace, si es moderado que sea un buen momento para ver ballenas pq se refugian en la bahía y no hay q salir al mar a verlas. Ya desde tierra a escasos 100 metros se podían ver 4 grupos de ballenas saltando en el agua, y una cola negra que se mantenía en la misma posición. Aquí le llaman cola ascensor, y parece que es un mecanismo de termoregulación de la ballena. La saca del agua y sube y baja en posición vertical, y así se puede estar un buen rato.

Nuestro barco va de una a otra, y pudimos ver como la madre daba clases a su cría de como mantener la cola fuera del agua durante mucho tiempo. Una y otra vez el ballenato erraba, y la madre con santa paciencia la corregía. Todo esto hasta que la cría se aburría y se pasaba un rato dando saltos muy cerca de nuestro barco.
Estas ballenas, la franca austral, llevan ese nombre por sus pocos reparos en acercarse a los barcos, lo que hace que sea muy sencillo para ver de cerca. Un par de horas estuvimos en el mar, pelados de frío pero alucinando con estos bichos. La visita terminó en el mar, pero siguió en tierra, y es que a escasos 50 metros las podíamos ver desde la playa. Desde la playa, o subidos a un mirador que hay a escasos metros de Puerto Pirámides, La Lobera, podíamos seguir viéndolas, moviéndose tranquilas por el mar y sin separarse de sus crías, y teniendo como vecinos a un grupo de Lobos marinos que pasan el día acostados en las orillas esperando que las crías se hagan un poco grandes para viajar al fresquito del Sur.
El hostel que nos ha tocado es un sitio pequeño, con dos habitaciones grandes, una para hombres y otra para mujeres, y donde viven como en familia o como un gran hermano los trabajadores de una de las empresas que llevan a turistas a ver ballenas.
Para comer y para cenar vamos siempre al mismo restaurante, a la Estación, una cabaña de madera decorada al gusto de la dueña, una artista que hace unas cosas increiblemente bonitas, y decora hasta el último rincón del sitio a su gusto. Nos quedamos empanaos mirando las mesas pintadas, las paredes, las fotos colgadas por todas partes, los trastos colgados del techo...El mal gusto también tiene su hueco, y de las cuatro banderas que hay en el sitio, una es una icurriña, otra una bandera catalana y otra una del Real Oviedo.
La cocina es igualmente atractiva pero los clientes no saben si atender al plato o a las curvas de la imponente camarera morena de ojos achinados y pelo negro recogido, q menea su cuerpo y su tatuaje en cierta parte, marcando el movimiento de los ojos de los que allí comen. Por supuesto, todo esto nos lo han contado, pq nosotros no nos fijamos es estas cosas. Y por la mañana qué? Sam, nuestro GPS particular, con su gran habilidad por informarse de todo y hablar con cualquiera de cualquier cosa, se entera de que si queremos ver orcas, deberemos estar a las 8 de la mañana en Punta Cantor. Veremos orcas o no.

Camarones

Cansados como perros tras 1200 km de carretera llena de camiones, baches y polvo llegamos a Camarones, y por fin y por suerte, ya que no había otra cosa, alquilamos una cabaña. Ya era hora de un sitio cómodo para pasar la noche. 5 camas grandes, limpia, cocina, televisión con vía satélite, hidromasaje, 300 pesos. Qué gusto poder dormir por fin en un sitio así. El sitio, vendido como de lujo dejaba ver una vez más el mayor defecto que le vemos a la gente de aquí. No rematan bien. Pueden hacer un esfuerzo enorme en llegar al lujo, pero con tanta chapuza en los remates y en los detalles los estropean. En este caso el hidromasaje, que aquí costará una fortuna, no tiene agua a presión. Los chorros que deben salir a presión para dejarte la espalda suavecita, a penas podía salir del orificio. Total que el mostrenco inmenso del hidromasaje, hacía lo mismo que una ducha de las de toda la vida.

Tras un buen descanso pasamos por Punta Tomba, donde tuvimos q esforzarnos por no pisar pingüinos. Estaban por todas partes, acostados debajo de matas en huecos, para q el aire no les desquicie. Si fuésemos pingüimos de Magallanes nos vendríamos a vivir a este sitio idílico.

Una vez más los tres éramos de "Puerto Iguasú", ché, viste? y nos salió de lo más barato la visita.
Y ya, tras otros 300 kilómetros más pudimos llegar a última hora del día a Península Valdés.


Un poco antes de P Valdés, paramos en un pequeño pueblo llamado Gaiman, fundado en 1840 por un grupo de galeses, que dejaron aquí su estilo sajón en las costumbres. El pueblo tiene como típico la visita a las casas antiguas que hicieron los primeros colonos, que siendo sinceros, son modernas si las comparamos con cualquier casa de pueblo de España, y por eso no entramos a ver ninguna. Otra cosa para visitar son las casas de té. Hay unas 8 en el pueblo, y son casas como de muñecas, muy cucas, llenas de plantas y rosas en el exterior, y con mesitas pequeñas dentro donde te ponen un té y tartas en platos y tazas de porcelana fina, con dorados y demás. Todo en plan bonito. En una de estas nos tomamos un obligatorio té gales con ricas tartas galesas.

La otra atracción del pueblo es el Parque Desafío. Es un parque en donde un tipo ha ido colocando lo que él llamaba sObras de arte. Desde su punto de vista, obras de arte hechas todas con materiales reciclados. Tiene el record guiness, como el mayor museo de materiales de desecho. No pudimos entrar por estar cerrado ese domingo, pero desde fuera sí pudimos ver bastante. No era bonitio pero sí curioso. Lo mejor la originalidad de las frases de los carteles que llenaban el parque, y lo increíble, que una persona se dedique a esto durante 27 años de su vida, sin ninguna ayuda económica y sin dedicarse a otra cosa.

Poco más que ver. Atravesamos Trelew, adelantamos a varias camionetas que portaban seat 600 de carreras, pq aquí las carreras de coches son con los 600 nuestros que no vemos por las carreteras desde hace 30 años. Increíble ver los pelotillas preparados para carreras, y destrozados por los golpes.
Puerto Madryn no nos gustó nada. Es una ciudad grande al estilo torrevieja, nada bonita, así que ahí la dejamos y nos adentramos en Península Valdés. Para llegar a Puerto Pirámide tuvimos que pagar nuevamente, 12 pesos por se de acá, viste?, y ya casi de noche nos alojamos en un hostel de Puerto Pirámide, un pueblo antes pesquero, ahora turístico pero pequeño y demasiado tranquilo, que principalmente vive de los que vienen aquí a ver ballenas.

Regresando al Norte

Ya sin tener que pasar a Chile ni llegar a Tierra de Fuego, lo teníamos muy claro. Carretera y manta por la costa atlántica hasta Península Valdés. Por el camino teníamos pensado visitar el PN Bosques Petrificados, el PN Monte León y la Cueva de la Olla, la pingüinera de Punta Tombo y la Península Valdés donde queríamos pasar 3 días viendo ballenas.
Monte León estaba cerrado hasta noviembre y lo peor, la cueva de las Ollas que es o era una cueva que se podía visitar con marea baja se derrumbó hace unos meses. Por las fotos que vimos era un espectáculo y nos dio bastante pena no poder verlo.
Esta noche nos tocó otro hotelillo con espanto, de esos que vamos pillando por los pueblos de interior. Eso sí, es un gusto bajar el picaporte y ver como la puerta se abre y libremente puedes ir a desayunar.

Más carretera patagónica. El día gris y mata, retama, matojo, mata, retama, retama, piedra, cuidado liebre, sueño, día gris, retama, guanaco, otro guanaco, otra banda de guanacos, mata, sueño, disco rayado, curva, bache, ...... Así vamos descontando kilómetros por las aburridas carreteras de la Patagonia. No hay nada, y si el día está gris no hay ni cielo para entretenerse.
Por una pista de ripio que salía a la izquierda en mitad de la nada llegamos al PN de los Bosques Petrificados. Poco habíamos oído hablar de esto y no entendemos pq. Es una especie de desierto, con montañas tipo Encuentros en la Tercera Fase, donde la erosión ha dejado al aire un impresionante bosque de araucarias del Jurásico. Por todos lados vimos troncos tirados y como cortados por una motosierra. No nos podíamos creer que fueran piedras lo que teníamos delante. Algunos troncos tenían 3 metros de diámetro y como 50 metros de largo, y aunque el guarda dijo que no tocásemos nada, no pudimos resistirnos a tocarlos para comprobar que no era madera. Todo era igual que la madera, con la corteza, los anillos, los nodos y demás pero petrificado. Y sin gente. Esto no lo visita nadie. Incomprensible. A nosotros nos ha parecido mucho más bonito y extraño que el Valle de la Luna y Talampaya, ambos Patrimonio de la Humanidad.


Después de charlar un rato con el guardaparque que están como locos por poder hablar con alquien, otra pechada de kilómetros. Cielo gris, nube, mata, retama, retama, retama, oveja, retama, guanaco, nube, bache, bache, nube, retama, guanaco, guanaco, liebre....

El Chaltén. Viaje Post-Liebre

El auto ya a punto. Al final tuvimos más suerte de la que esperábamos al ver tanto cable y tubos sueltos por el motor. Un día de parón por el Calafate, más otro día y pico perdidos por las pistas de ripio, que pasamos arreglando llantas, han provocado que no podamos bajar a Usuahia o como se escriba. El Chaltén lo teníamos cerca, a unos 160 km, y desde allí podíamos acercarnos al pico Fitz Roy de obligada visita.

Para seguir el ritmo del viaje salimos hacia el Chaltén a las 12 y pico, llegando a tiempo para comer unas empanadas, refugiados en un pequeño local de comidas de madera, a salvo del viento insoportable, la lluvia y el frío. Allí calentitos veíamos pasar a montañeros que venían calados de arriba a abajo, helados de frío. Y es que el día estaba feo feo. Por nuestra desgracia solo vimos el Fitz Roy en un cuadro que había en el bar, y es que el tiempo en esta zona de montaña es impredecible.

Qué rabia irse de vuelta sin ver esto. Cientos de montañeros vienen a esta zona a patear una de las montañas más bonitas de América. Pasan los kilómetros y aumenta nuestra rabia. Esto no puede terminar así. Mañana madrugamos y volvemos. Pero antes, la bombilla de Sam da sus frutos. - Vamos a preguntar al guardaparques si tiene previsión para mañana, o mejor, le pedimos el teléfono y llamamos temprano. Si el día está bueno volvemos.

Y así fue. Por la mañana al día siguiente el chico rasta del hostel de El Calafate llama al guardaparque. Tenemos suerte. -Vengan acá. El día está relindo.

Sin más hacemos los 160 km que nos separan, por la carretera que rodea el lago de aguas turquesas Viedma. Desde más de 100 km se puede ver el monte. Es una impresionante mole de granito que alcanza los 3400 metros hasta agarrarse a las nubes. El día antes Sam y yo hicimos una caminata intentando lo imposible, entre en viento y la lluvia. Hoy hicimos lo mismo pero acompañado por nuestro amigo el remisero, que con el buen tiempo se anima a la caminata. Como viene a ser tradición, el 33% de la expedición hace la subida en chanclas.

El paseo es una preciosidad. Subimos con la vista el oido y el olfato a punto, entre bosques, respirando el aire puro y viendo volar a los cóndores no muy lejos de nosotros. Hora y media más tarde llegamos a un mirador desde donde se puede ver el monte, y desde donde pudimos echar de menos los piolets y los crampones para subir montaña arriba por este sitio tan espectacular. El viento nos pegaba fuerte pero allí pasamos una horita delante del Fitz Roy. Unas horas es poco para ver esto. Lo normal es pasar 3 o 4 días en el pueblo e ir andando por estos caminos que rodean el monte y pasar por los lagos y el glaciar. Pero nosotros no tenemos ya tanto tiempo y regresamos, pero eso sí, concertamos una cita con el señor Fitz Roy, para otra ocasión.

No tardamos una hora en bajar, y a nuestras espaldas ya las nubes habían tapado toda la montaña. En tan poco tiempo pasamos del cielo azul limpio, a un cielo totalmente cubierto. Por suerte llegamos a tiempo esta vez.

Sinembargo pensando en si en Las Torres del Payne nos pasaría lo mismo, pero después de perder 2 o 3 días de viaje, decidimos no ir. Deberíamos hacer otro cerro de kilómetros dando una vuelta enorme hasta Rios Gallegos, subir hacia el Norte, pasar la frontera con Chile y luego otros 200 km por Chile. Lo más normal es que encontráramos mal tiempo, así que decidimos al día siguiente tirar hacia el Norte y ver otros lugares en donde la climatología no sea lo más importante. Tanto Fitz Roy como las Torres quizá sean buenas para visitar en verano. En esta época que hielas ahí arriba.

miércoles, 22 de octubre de 2008

El Calafate

Quiza hasta ahora, de todo lo que hemos visto, El Calafate es lo que mas nos ha gustado. A David le da un poco igual. Esta pasando tanto frio que tampoco se emociona mucho por lo que tiene delante. El pueblo es grande, y destartalado como los sitios que pasan mucho tiempo cubiertos por la nieve. Es muy turistico y ya se ven hoteles bien montados y restaurantes para turistas, a precios de turista rico.

Pero lo mejor de este sitio es lo que rodea al pueblo. De entrada el pueblo esta en un alto, y tiene unas preciosas vistas a un precioso lago gigante de aguas turquesas, y de vez en cuando se ven flotando unos tempanos azules del hielo de los glaciares. Todo el lago esta rodeado de montañas nevadas. Pero lo mas destacado de este sitio es que es el punto mas cercano para ir al Perito Moreno, que esta como a 120 km. Ademas, pilla cerca el Chalten con su monte Fitz Roy, y al Sur en Chile, las Torres del Payne. Segun nuestra opinion todo esto es mucho mas bonito y salvaje que Bariloche, destino favorito de algunos.

Encontramos pronto el Hostel Marco Polo, a la entrada del pueblo, con unas impresionantes vistas al lago. Eso si, hay q tener mucho valor para salir a ver el panorama. El viento y el frio lo hacen muy complicado.

Ya estabamos nerviosos. Como crios antes de Reyes. Lo teniamos muy cerca. En unas horas cumpliriamos otro sueño....estar delante de El Perito Moreno. Gran idea de Sam: unas cervezas para brindar alli arriba. Dicho y hecho.
Como a 30 km antes de llegar, esta la entrada al Parque Nacional. - Son ustedes Argentinos? nos pregunta el guarda. David dice...Si de Puerto Iguazu. Sam y yo simulando una ronquera tremenda apenas alcanzamos a decir...che, viste, grasias.... Si nos aprieta mas el guarda hubieramos llegado a ..futbol es futbol, pero poco mas. Esto nos permite ahorrarnos 30 pesos a cada uno y pagar entrada de boludo, que sale requetebien de precio.

Y al poco ya se puede ver a lo lejos el impresionante y querido Glaciar Perito Moreno. Paramos en todos los miradores y en los que no eran. El frio no impide que disparemos fotos a saco. Las lagrimas podian ser de frio como podian ser de emocion. Venga vamos que no hay tiempo que perder. Queremos estar lo mas cerca posible, y asi llegamos a los miradores que estan justo enfrente, en la cara norte. Y que podemos decir, que es lo mas bonito que hemos visto nunca. Es una pared de hielo de 5 kilometros de ancho y de 60 metros de altura. Los colores son grises, blancos, y una gama de azules desde el marino al turquesa que no se puede explicar con palabras. Ni siquiera en fotos te haces una idea de como es esto.

El glaciar avanza 2 metros diarios, y este empuje hacia abajo hace que los trozos mas proximos al lago se desprendan y suene como un trueno que acongoja. Suena por todas partes y puede durar medio minuto si el trozo que cae es grande. Nada mas llegar se cae un trozo enorme, y la gente confundida mira hacia todas partes, como si se le viniiera el cielo encima. No se creen que ese ruido lo haga el hielo. Ademas no solo suena cuando choca con el agua, sino que sigue tronando cuando los hielos dan vueltas en el agua.


Asi cada poco cae un trozo y monta un buen jaleo. Ademas, otros trozos del interior caen hacia las grietas interiores del glaciar y constantemente suenan por todas partes.
Nosotros esperamos hasta ultima hora, cuando los turistas que buscan la foto se van. Nos quedamos sam y yo solos, a unos cuantos grados bajo cero, pero alucinados escuchando como esta mole gigante de hielo se quiebra. Esperar tuvo premio ya que vimos unos pedazo de tempanos cayendo que levantaron olas de metros, mientras el glaciar se rompia poco a poco.
Las 21, de noche y helados pero emocionados.




La vuelta fue con la cara roja y estirada por la calefaccion. Montones de liebres patagonicas se nos cruzaban durante el camino de vuelta al Calafate. Esquivamos a todas menos una. Sin mucho aviso una de ellas se mete debajo de la rueda y suena como una explosion, pero esta vez en nuestro coche. La parte de abajo del faldon arrancada de cuajo. El antinieblas derecho caput. Una pieza que no sabiamos que existia cuelga del motor. Es una caja que lleva dos gomas y tiene dentro carbon activo. Si es importante para el coche, aqui nos quedamos. Si no, podremos legar a Calafate. Ahora se suman mas ruidos a los que llevabamos. Hay traqueteos por todas partes.
Hoy por la mañana depues de comprobar que la caja es un filtro para los gases de la gasolina, nada importante, vemos que destrozamos la correa del alternador. Estaba despeluchada, y las fibras al girar, han cortado varios cables del alumbrado. Todo el dia lo hemos pasado buscando taller, correas y demas. Los cables cortados pueden ser del antiniebla que murio junto con la liebre. Sea como sea hemos perdido un dia entero y puede que alguno mas y peligre la Tierra de Fuego. Para mas inri, Samuel se apoya en la aleta derecha del coche para poder ver los bajos del coche y hace una raja en la supuesta chapa como de una cuarta. No lleva chapa sino plastico y si te apoyas te lo cargas. Ya nos reimos pq si no tendriamos que llorar un poco. Pero bueno, estos son los viajes. No todo va a salir bien no? Os seguiremos contando por donde tiramos a partir de ahora.

La Patagonia

Ya dejamos atrás Esquel. Nos levantamos algo tarde así que el viaje de hoy sería corto. Nuestra intención fue tirar ruta 40 hacia el Sur. Pero pronto el ripio comenzó a ser insorportable. Las piedras pegan en el fondo del coche como cañonazos. En carretera poco a poco le van saliendo más ruidos. Ahora hay un zumbido constante que solo se quita en las curvas a la derecha, que son un alivio, pero por nuestra desgracia son pocas.

El ripio además trae otra desventaja inesperada. El coche se llena de polvo si abres las ventanas, pero poco a poco se mete en el coche por todas partes. Si las cierras, con la vibración del camino el polvo del suelo pasa al aire y de una manera u otra te lo vas comiendo. De tanto polvo y clima seco, cada poco sangramos por la nariz, y q pasa? que nos paran la Gendarmería y se mosquean por esos pañuelos con sangre, y al mosquearse nos revisan hasta el cielo de la boca. Qué perros.
La Patagonia es fea como un demonio. Solo hay una cosa que la hace increíble, y es la luz de la tarde y los azules de sus cielos y los blancos de las nubes que son más monumentos que nubes. Son las nubes más blancas que hemos visto nunca. A nuestro lado solo hay llanura tremenda con pequeñas matas de miniplantas que aguantan las duras condiciones de aquí. Y viento. Mucho viento, que hace que si no agarras bien la puerta cuando bajas del coche, ya la recoges en Usuahia. Abres la puerta, sujetas con las dos manos la puerta, con el pie pisas el mapa que sale volando, con el otro pie pisas la guía para que no arranque las cosas que lleva dentro, y así de mal hay que salir del coche en la Patagonia los días de viento.

La gente por aquí ya es otra cosa. Son serios, desconfiados y hasta bordes, o más que bordes, secos. Solo dicen los imprescindible y sin amabilidad ni alegría, y es normal. En esta tierra solo pueden quedar las gentes que no tengan muchas expectativas o muchas alegrías. El límite de la depresión lo deben tener bien alto pq de lo contrario te puedes pegar un tiro. No hay nada que hacer.

Ya de noche llegamos a un pueblo en mitad de la nada, llamado Río Mayo. El hotel cutre cutre 50 pesos por persona. El que era un poco más así 250 pesos los tres. Al final, temiendo meternos en otro hotelazo con encanto, pagamos los 250 pesos. Una chica que trabajaba en el hotel sale como poseida a decirnos que aparquemos el coche bien, a contramano de como lo tenemos. Es decir, con los faritos palante. Y es que aquí puedes conducir de noche sin luces, no llevar capó, viajar en la cabina de atrás, ir sin cinturon, no respetar ningún límite de velocidad, saltarte todas las prohibiciones, pero eso si, ni se te ocurra aparcar al revés. Es un país de contradicciones absurdas.

El hotel con entando...uf. Otro más, pero eso sí, con tele donde dan los resúmenes sin parar del Boca-River. Todos hablan de fútbol. No te queda otra.
Por la mañana, por fin conseguimos madrugar. Pero....qué pasa? pq no salimos? A ver....tira bien de la puerta...Esto no se abre...Mueve la llave...No va...Déjame a mi....Nada. Cuarto de hora más tarde allí los tres encerrados en la habitación de nuestro hotel caro. Por fin vienen a abrirnos y nos liberan. La mañana comenzó mal. Tras el desayuno con el coche cargado, esperamos a Sam que no viene. Y a este que le pasará ahora? Despues de mucho tiempo esperando lo encontramos de cuclillas al lado de la mesilla.
- Ayudame tio, que no puedo con esto.
Llevaba el pobre hombre 15 minutos intentando desenchufar el adaptador de la PSP, y no habia forma. 10 minutos mas y un pequeño forcejeo, y listo. Salimos por fin del hotel con el adaptador y toda la caja del enchufe que tuvimos que arrancar pq no salia de ninguna manera. Ya durante el camino conseguimos que saliera. Si alguien necesita un enchufe argentino que lo diga.
El Sur de Rio Mayo fue el peor trozo de todo el viaje. Ademas de solitario y feo, la pista era de ripio pero del peor que hay. Era como ir por una playa de piedras. Por supuesto en una de estas rajamos una rueda, y al menos dos llantas se doblaron. De los tapacubos mejor no hablar. Estan a cachitos los pobres. En el pueblo de Perito Moreno paramos nuevamente en una gomeria a arreglar la rueda y a pensar que haciamos. Decidimos dar una gran vuelta por carretera hasta Rios Gallegos, para al dia siguiente subir hacia Calafate. No queremos mas ripio. Aqui perdimos un dia de viaje entre averias y kilometros de mas.

La zona de Patagonia que atravesamos este dia, es lo mas feo que nos hemos encontrado en el viaje. Es zona petrolifera, y esta llena de pozos y de basura tirada por todas partes. Cada plantita es raro que no tenga una bolsita de plastico enredada. Rios Gallegos, que mucha gente dice que es maravilloso, es una caca impresionante. Quiza estemos sugestionados por otro....hotelito con encanto de esos nuestros. Que horror de sitio! Y ya hemos perdido la cuenta.

martes, 21 de octubre de 2008

El Bolsón Los Alerces y Esquel

Dejamos atrás Bariloche subiendo por sus montañas hacia el Sur. Ya alguien nos había avisado que en las afueras veríamos un montón de chozas de chapa de la gente pobre de esta ciudad de ricos, y curiosamente allí estaban las chozas. Qué sorpresa!
Llegamos a las pocas horas al tranquilo pueblo de El Bolsón. Según todo el mundo es un paraíso y lo cierto es que es precioso. Es un valle con río y montañas bonitas con nieve, y cascaditas que caen por todas partes. En el pueblo está la mayor comunidad jipi de Argentina, que además son unos pedazo artesanos de impresión, y tienen el mercaillo más famoso de acá. Todo todo todo se lo llevaría cualquiera a casa. Además estos jipis tienen un buen rollo entre ellos y con los demás que se nota desde lejos, nada que ver con nuestros jipis costrosos de la última moda. Con estos hablas un rato y es una delicia. Y si no les compras, te desean suerte y todo lo bueno que te puedan dar. Entre ellos se ayudan y forman una comunidad que además de otras cosas cuidan a tope en medio ambiente y educan a la gente que visita el pueblo en esta línea.
Este sitio tranquilo es para pasar una semanita al menos, convivir con estos tipos y darte unos paseos por la montaña de ríos en los que se puede beber con tranquilidad, y se puede respirar paz.

Es sábado y en Madrid se juega el Derby.
- Tiramos o lo vemos? Si lo vemos se nos van 3 horas y pasamos por los Alerces de noche.
Pues tiramos y esperemos que alguno de nuestros EX-AMIGOS nos mande un mensaje avisando del resultado.....
Pues seguimos bajando, gozando de las vistas y los paseos del Parque Nacional de los Alerces, y acordándonos de la santa madre de los dueños de estas pedazo de haciendas con cabañas de madera en la orilla de los lagos, y con caballos y barquitas para darse un paseo......y....qué envidia.
Al poco, casi sin darnos cuentas, llegamos a Esquel, punto más al Sur que conoción Sam....el año pasado. yupiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

En el hostel conocimos a la gente que allí estaba casi como una familia, a una chica checoslovaca que hablaba muy bien español y que se bebía las cervezas de dos en dos, y a un guía argentino, un tal Lala, con un corte de pelo hortera, rapado por abajo y rizado por arriba con melenas, que nos sacó a conocer Esquel-la Nuit.
El pollo, se la jugó con nosotros, con tequilitas y cervezas de un trago. Pronto acabó pagando. En el boliche de este pueblo de cuatro gatos, nos pasan un detector de metales por todo el cuerpo. No damos positivo, igual que con los numerosos controles de los asquerosos Gendarmes. De estos llevamos ya unos cuantos, y nos sacan todo del coche, y nos revisan bolsillo por bolsillo buscando una china o un porro de maría para poder meternos una buena mordida.
- Mirad mirad, perros que vamos limpios.
Y ahí se quedan ellos con la cara de perro, sin saber que mirar para trincarnos, y soltándonos con rabia los pasaportes después de haber mirado hasta el canto de los mismos.
- Estamos teniendo mucha suerte con la Gendarmería, nos dice David. Mucha suerte.
Pues volviendo a la noche de Esquel, este tipo feo llamado Lala, en 5 minutos ya se está comiendo a una tierna manceba en la misma barra.
- Será su novia.
Pues no. Pq a los 10 minutos se estaba comiendo a una morena, que a su vez la pilló el novio con el lala y se enojó. Vaya jaleo se trae aquí el personal, intentando mantener un puritanismo de lo más raro.
Casi sin enterarnos se nos fue la noche. David no puede enderezar las piernas y no para de hablar a todo el que se encuentra por la calle. Un rato más tarde Sam y yo lo rescatamos de encima de mi mochila, donde dormía enroscado como una serpiente. No sabéis lo que cuesta subir a un bigardo de estos a una litera.
Al día siguiente, nuestro chofer´ fue un bello durmiente. El Fernet no perdona en estas tierras.

Los Siete Lagos

Esta es una zona que en el mapa promete. Son todo Parques Nacionales para proteger este sitio tan pintoresco. Al principio te hace gracia pero cuando llevas más de 100 km de lago acabas hasta el orto. Es siempre lo mismo. Uno se llama el lago espejo, otro el escondido, otro el nosequé, pero más o menos es un mirador en la carretera de ripio en obras, hola y adiós al bus de turistas de turnos. Abajo el agua con su reflejo de la montaña con nieve, a la derecha pinos, a la izquierda pinos y enfrente un montón de pinos más. Foto y al coche.

- Mira otro lago! Bajamos, foto y al coche.
- Mira otro lagoperoenestesepuedeandarunpoquito. Pues nos bajamos, foto y nos damos un paseo.


Paseo?? que te crees tu eso.
Unos pajaritos muy monos que teníamos al fondo y a los q poco a poco nos acercábamos para hacer alguna foto, comienzan a gritar como poseidos. No nos dejaron dar un paso más. Los dos, macho y hembra se lanzaban como bestias partas a por nuestras cabezas. Por un lado y por otro. A dos bandas. Cuando nos acordamos de "Jiscoch". Parece mentira, pero un bicho tan pequeño a esa velocidad te puede desquiciar. Y ya si te picotea el melón te puede hacer una gracia.
- Ahí os quedáis majos. Iros a picar a vuestra pájara madre.

Y así, curva de ripio, curva de ripio, polvo, lago, foto, curva, polvo y demás llegamos al más grande todos. El Nauel Huapi.
Visto en la guía te imaginas otra cosa. El gran Parque Nacional de Nauel Huapi. Eso si no has ido con alguien que estuvo el año pasado, pq si te pasa eso, durante todo el viaje te va jodiendo contando cosas, y ya vas al lago con los deberes hechos, algo así como un dejá vu. ....Qué ganas de llegar al Sur de Neuquén -piensan algunas cabezas- ....que ganitas...
Pues eso, que es un pedazo lago de aguas cristalinas a donde vierten aguas de las nevadas montañas de la zona. Y al fondo está Bariloche que es un pueblo muy turístico famoso por sus pistas de esquí, sus millonarios Argentinos y su chocolate.

Después de pasar por el Marcolopolo Inn Hostel, también será famoso por la noche que les dimos a los que aguantaron nuestro ritmo en el bar del hostel. David, ya a altas horas pudo vivir una gran faena donde se lidió un gran toro de la ganadería de Cercedilla. Hasta para recortes dieron las postrimerías.
La verdad es que esta zona de lagos es muy bonita, pero para nosotros es un poco sosa. Todo en su sitio, y todos la misma foto.
Bariloche es un sitio bullicioso donde van todos los estudiantes de Argentina tras terminar el Insti. Los turistas vienen a esquiar, a subirse a los picos de la zona, a hacer parapente y poco más. Hay una gran masa de empresas que te llevan de viaje por ahí.
Nosotros ese día subimos al pico Otto, en un teleférico que te sube por la montaña. Las vistas son impresionantes. David por fin pisa la nieve por primera vez en su vida.

Al rato, en un mirador conocemos y charlamos un buen rato con una Suiza escaladora que estaba como un cencerro, y que creemos que estudiaba español en Bariloche. La verdad es que nos dio mucho juego para el resto del viaje. Se bajó con nosotros en el teleférico, y como buenos españoles le hicimos la cobertura para que no pagara. Ella que era muy europea no entendía pq no iba a pagar si se había montando en este aparato. Pues chica, es q nosotros somos más pillos y además nos hemos llevado la Eurocopa. Fíjate.
Pues que cansados de la noche que nos confundió, de la nieve, del Sol y del vientazo que pegaba arriba salimos a cenar a un Restaurante Apañól. Un pulpo, una paella, y una empanada gallega. Y cómo estaba? Pues yo pude probarlo a penas, y Samuel lo vomitó unas horas más tardes. Y es que el pulpo de lago Argentino no está igual que el de las rías gallegas.
Y lo mal que quedamos con David? que?

San Martín de los Andes

En el centro de Argentina, a la izquierda, se encuentra la región de los 7 lagos. Es una región que tiene 7 lagos. San Martín de los Andes es el primer pueblo de esta ruta, y está justo a los pies de uno de ellos. Después de haber dejado atrás tanta zona desértica, ver esto es como llegar a un oasis. En realidad es una postal más que otra cosa. El pueblo todo de cabañas de madera y calles anchas, muchas de ellas asfaltadas. Ya se ve que se mueve mucho dinero del turismo en los restaurantes cucos y en las tiendas de ropa, sobre todo.

Carlos se quedó con su tienda de campaña en el camping para seguir más tranquilo su viaje. Prometimos seguir en contacto, y quien sabe, puede q vernos en su deseado Camino de Santiago. Chico, haz un esfuerzo y ahorra, y te hacemos de Cicerones.
El Chile-Argentina paraliza nuestra actividad, y el país entero. Aquí si no te gusta el fútbol lo llevas claro. Lo ponen los 7 días de la semana en directo, y a toda hora resúmenes, entrevistas, discusiones o lo que sea con tal de hablar de fútbol. A todo el mundo le interesa. Es tremendo lo que mueve en este país este deporte.

Como no, para cenar un rico y económico bife, a orillas del lago, en un sitio que en España te sacan los ojos de la cara, pero que aquí no pasa de los 5 euros. Qué delicia.
- Venga nos tomamos una cerve y a la cama.
- Hecho.
Y así fue. zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz

Adiós Mendoza

Que no sale el Sol ni a tiros. Nos vamos de Mendoza un lunes festivo hacia el Sur, atravesando viñedos y bodegas. No entramos en ninguna a pesar de que lo teníamos planeado. Seguimos perros y resacosos y para bodegas ya llevamos tres para el Sur.
La carretera es fea y todo el mundo vuelve de este puente largo. Es como un domingo sin fútbol. Aburrido.

Ya casi cuando el día se termina, el cielo se abre. Entre las nubes negras se escapan algunos rayos de sol dorados. La llanura se hace montaña, y por los valles serpentea un río precioso de aguas limpias. Estamos en una zona volcánica. A pesar del frío nos bajamos un montón de veces a hacer fotos, ver el atardecer que se intuía bueno, o respirar el aire frío y limpio. Qué maravilla. El cielo nocturno sería único con este cielo y este frío.
Buscamos lugares apartados y solitarios por el campo, pero ninguno abre en temporada baja. Ya estamos más que cansados y la carretera comienza a ser de ripio.
- Buf.....165 km hasta el siguiente pueblo. Vamos fatal de gasolina. Cansados. Pueden ser 3 horas por carretera de ripio...y si no hay nada para domir?.... Venga pues tiramos palante y que sea lo que dios quiera.
Curva viene, curva va. Cambiamos mil veces de lado de la carretera intentando esquivar las piedras que amenazan con partirnos el carter. Si nos quedamos tirados aquí nos morimos, al menos de frío.

Totalmente muertos, llegamos a Barrancas sobre las 12 de la noche. Por casualidad nos dan lugar y podemos cenar algo rico.
A la mañana siguiente, nada más salir de Barrancas, cogemos a un autoestopista. Carlos. Ecuatoriano que una vez terminada su carrera, coge su mochila y atraviesa en autostop Ecuador, Perú, Bolivia y Argentina. Cuando llegue a Usuahia vuelta atrás por el mismo camino. No sabe como agradecernos el detalle de cogerle pq llevaba dos días tirado en un lugar en el que no había nada esperando a que alguien le llevara.

Pronto se sintió agusto con nosotros y compartimos dos días de viaje. Pudo dormir con nosotros en un hostel barato y acogedor de Junín de los Andes, todo de madera, regentado por un pescador de trucha que de cada 2 palabras, 3 eran "viste?". En Junín todo el mundo pesca trucha en su alucinante río. Lleva aguas claras y poco profundas y en él se pueden pescar 4 especies de trucha. La temporada empieza en noviembre y termina en mayo. Todo el mundo en el pueblo prepara sus moscas y sedales. En temporada se llena el hostel de este hombre de franceses. Nosotros apuntamos el sitio por si un día se nos plantea la pesca de trucha. Es un verdadero paraiso.

Otra cosa destacada de Junín es que tiene muy cerca el volcán Laín de 4000 y pico metros. Nos dimos un paseo por el lago de su base. Para variar y para no tomar el camino de todo el mundo, nos adentramos en la selva de arrayanes y nos despellejamos las pieles con las araucarias, q pinchan como demonios. Gracias a que encontramos un río de lava que no dejó crecer nada, conseguimos llegar al lago. Fueron varias horas de pegarnos con las ramas con final feliz. David y Carlos tienen un poco de pesar pq no han tocado nunca la nieve y les gustaría tocar esa q tienen a pocos metros. Otro día será que el viaje continúa.

Mendoza

Pues llegamos a Mendoza. Lo más conocido de esta ciudad es su proximidad al pico más alto de América. El Aconcagüa. A nosotros nos recibe gris y feo y el cansancio se acumula, así q decidimos pasar aquí dos días para hacer vida de gran ciudad.
Todos los hostels estaban ocupados. Tardamos más de una hora dando vueltas por la ciudad, mirando el pequeño mapa de la guía Lonely en las luces de las farolas para localizar algún sitio con lugar, como dicen estos. Y nos toca un hostel céntrico y algo cutrillo, pero ya puestos a sitios de lujo, no vamos a hacer ascos. Nos tocan de compañeros de habitación dos tipos locos y boludos del Norte de Buenos Aires. Uno de ellos, Juan Cruz charla con nosotros un rato mientras intenta despertar sin lograrlo a su compañero de viaje Jerónimo. Se han metido entre pecho y espalda más de 1000 km para pasar el fin de semana de joda en Mendoza. Esa noche serán compañeros de ronquidos Jerónimo y David, que tampoco se tenía en pie.
Preguntamos al de recepción por un sitio a dónde ir para cenar y tomar algo.
- Chicos, vayan a la plaza pero no se metan. Está llena de "punk band". Son jodidos esos pendejos.
Los punk band son los puncarras q tenemos nosotros pero que por aquí están todavía activos con peleas de bandas de esas que desaparecieron de España hace al menos 20 años.
Nosotros pasamos de estos pendejos pero con quien sí nos peleamos fue con el cajero para que nos diera unos duros y poder comer algo. Ya estábamos cerca de pasar una noche con las tripas vacías cuando por fin conseguimos algo de plata. Nos dirigimos a la zona de marcha, que como nos dijeron era bulliciosa. Cierto, pero para nosotros es muy raro todo. Aquí se sientan a cenar en bares con música a tope y la luz baja. Así se tiran toda la noche hasta q se cansan y se van a sus casas. La otra opción es ir a un boliche bailable, cogiendo un bus que te saca 25 km de la ciudad, pero tienes que llegar antes de las 2 de la mañana pq después no te dejan pasar. Si te quedas en estos bares tan aburridos, está prohibido bailar.
Nosotros hablamos con Erika, una camarera que descubre que somos de Madrid por "la tonadilla".
- Veniros al bar de mi novio, el Oh Madrid, que está en la otra punta, y os presentamos gente. Si no, llamarme y mañana os enseñamos mañana la ciudad. Hacemos algo.
Una muestra más de lo agradable de esta gente. Esta noche no dio para más.
La mujer de Mendoza tiene fama de guapa, pero siempre por detrás de Rosario y Santa Fé. Todas van con pantalones ajustados para lucir sus esculturales cuerpos y lo rebién que tienen sus colas como llaman aquí al culo. Casi todas son morenas con grandes ojos. Por supuesto que todo esto nos lo han contado pq nosotros no nos fijamos en estas cosas. El dolor de cuello que tuvimos en Mendoza era por el frío.
El domingo se levantó igual de nublado y feo que el domingo. Ya no podíamos ver el Aconcagüa ni el Puente del Inca, así que decidimos hacer vida perra. La ciudad tampoco descata por sus museos o sus edificios bonitos, así que poco por hacer.
Esta noche hablamos con los locos compañeros de cuarto, cenamos y fuimos a la plaza de la República, donde se celebraba la fiesta de España. Era una horterada auténtica, como para que no nos extrañemos si nos dicen que somos los de al boina y el toro. Pero bueno, estos aprendieron a beber en bota, comieron callos, y bailaron muñeiras mientras miraban extrañados por todo lo que veían.
La noche seguía pero no nos quedaba más remedio que volver a los bares de la noche antes, y el mismo aburrimiento, aunque nos reímos un rato largo con estos dos personajes tan graciosos. Ya nos dieron las 5 de la mañana y nos pateamos la ciudad buscando algún sitio abierto, pero no lo encontramos por ningún lugar, así que muy a nuestro pesar nos fuimos a la cama que la noche terminó. Al menos descansamos de coche.

domingo, 12 de octubre de 2008

Talampaya e Ichigualasto II

Ya que no nos daba tiempo a visitar el otro Parque, decidimos ver el atardecer en este desierto, observando como enrojecían los farallones arcillosos desde la lejanía, y con una Quilmes bien fría. A lo lejos podíamos ver varios Cónderes volando a gran altura.

Para dormir bajamos a Valle Fértil, uno de los pueblos más cercanos.
En la gasolinera nos ofrecieron cabañas por 100 pesos noche.
- Y algo más barato?
- El hostal ese de enfrente...
- Sielos! Esto va a ser otra experiencia vital, me temo.
Cruzamos la calle....
-Buenas noches.
El sitio era para verlo. Un salón-tienda de comestibles con cortinas de tiras de plásticos de colores. Sale una tipa entradas en años.
-Tienen lugar para tres?
- Lugar?
- Reservaron?
Hasta ahora nos reimos en los sitos pq aunque estén vacíos nos mantienen la intriga hasta el último momento. Creo q si creo q si........si mira que casualidad. Hay cama para tres. Uy y el hotel vacío....qué casualidad. Pero lo de esta tipa fue ya el colmo de la hipocresía. Una casa pegada a la carretera y la gasolinera, sin nombre y sin teléfono seguramente. Y nosotros pegados al asfalto por la risa.
- Espere señora que recupere la respiración y le contesto.
- Pues si me queda una habitación de 3. 45 pesos.
Hicimos una foto de la habitación pero por obscena nunca la pondremos aquí. A sam y a mí, sentados en las camas nos entraron ganas de hacer un fuego en el centro y currarnos unas migas en plan pastor.
- Reservaron? ja ja ja ja .
- Qué bola hemos pillao. Con lo turístico que es esto y conseguimos habitación sin reservar...
Vamos carretera alante con los lagrimones por los tobillos.
- Qué turístico es esto.... Reservaron? ja ja ja.
La noche fue más que mala. No pegamos ojo y milagrosamente parece que no pillamos nada raro, aunque Samuel nos informó que en ese pueblo habían conseguido por ingeniería genética un híbrido de luciérnaga y ladilla, y que tenía los huevos como un árbol de navidad.
- Reservaron? jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Ichigualasto es el valle de la luna. Quiere decir algo así como Tierra sin vida y es un desierto donde caen como mucho 80 mm3 al año. El poco agua que cae erosiona tremendamente la superficie arcillosa y aparecen unas formas curiosas por todo el parque. Pero su importancia viene de la cantidad de dinosaurios que se han encontrado en esta zona. Son los más pequeños de américa por se los primeros, que aparecieron en el Triásico, justo antes del Jurásico donde apareciron los más grandes, que se encuentran en la Patagonia.

Nuestro guía es un tipo que explica todo con increíble facilidad. Frente a una de estas rocas nos ofrece una clase magistral de tiempo geológico.
- Tenemos el tiempo en nuestra mano. 5 dedos, 5 eras, 5 mil millones de años....
- El dedo medio es el mesozoico, que tiene tres falanges. Triásico la de abajo, Jurásico la del medio y Cretácico la superior....

Así continúa la charla, con todo el grupo en silencio y al terminar se lleva la ovación del día.
Con el gran calor del día a pesar que son las 11 de la mañana, terminamos la visita al Parque, y tras pasar por el museo, seguimos rumbo al Sur, hacia Mendoza.